La Arena de Verona, una inmersión en la antigua Roma

The Arena of Verona, seen from above (c) Marco Biondan
The Arena of Verona, seen from above (c) Marco Biondan
Desde los gladiadores hasta los más famosos cantantes de ópera, la Arena, uno de los anfiteatros romanos mejor conservados de Italia, lleva miles de años acogiendo espectáculos y eventos de diversa índole.

Símbolo de la ciudad de Verona y tercer anfiteatro romano más grande de Italia, después de los de Roma (el Coliseo) y Capua, la Arena de Verona se construyó hacia mediados del siglo I d.C. para albergar luchas de gladiadores, batallas navales o espectáculos con animales exóticos. Desde 1913, año en que se estrenó Aida de Giuseppe Verdi, acoge cada verano un prestigioso festival de ópera. Asistir a una ópera en la Arena es una experiencia que quita el aliento, gracias también a la perfecta acústica, sobre todo por su particular forma elíptica, que permite que las voces de los cantantes y la música se propaguen perfectamente en su interior, hasta el punto de que no necesitan de sistemas de amplificación. Artistas famosos como Maria Callas, Luciano Pavarotti y Plácido Domingo han actuado aquí.

En los últimos años, además, la Arena suele ser escenario de conciertos musicales, espectáculos de diversa índole, eventos deportivos, como la llegada del Giro de Italia o competiciones de patinaje sobre hielo, algunos de ellos retransmitidos por la televisión nacional. En la época romana, el espectáculo tenía lugar en el centro, con el público alrededor, pero hoy en día la estructura se utiliza como teatro: el escenario se monta en un extremo, mientras que el público se sienta en un semicírculo en el lado opuesto. Aunque en tiempos de los romanos tenía un aforo de 30.000 espectadores, hoy en día tiene capacidad para la mitad, tanto por necesidades del escenario como por razones de seguridad. Desde el punto de vista arquitectónico, el aspecto actual de este imponente anfiteatro es bastante diferente del original, sobre todo por la falta del anillo exterior. La única parte de la fachada monumental original que sigue igual es la llamada Ala, compuesta por cuatro arcos, que se ha convertido en la imagen más icónica de la Arena en la actualidad.

A pesar de las numerosas transformaciones que ha sufrido, sigue siendo uno de los anfiteatros romanos mejor conservados de la Península, gracias a la sistemática labor de restauración conservadora realizada desde el siglo XVI. La Arena se construyó en piedra de Valpolicella, el llamado Rosso Verona, una piedra caliza resistente, fácil de extraer y con una particular coloración que va del blanco lechoso al rojo intenso. Recorrer los largos túneles semioscuros que recorren todo el perímetro de la estructura y salir a las terrazas, con una repentina visión del interior del anfiteatro en toda su majestuosa grandeza, es una emoción única, que nos traslada por un momento a la época de los gladiadores y nos deja atónitos ante el genio arquitectónico romano.