Piazza San Carlo, el «salón» de Turín

Piazza San Carlo (c) auralaura/Shutterstock.com
Piazza San Carlo (c) auralaura/Shutterstock.com
La Piazza San Carlo fue encargada por María Cristina de Francia en perfecto estilo parisino. Caracterizada por largos pórticos, bajo los cuales se encuentran los mejores nombres de la alta costura, edificios de época y elegantes cafés históricos, tiene en su centro el famoso monumento ecuestre a Emanuele Filiberto de Saboya. Tiene el récord de ser la plaza más elegante y pintoresca de la ciudad.

La Piazza San Carlo, que se encuentra a lo largo del eje delimitado por la central Via Roma, ha mantenido el armonioso aspecto del siglo XVII que le dio el arquitecto Carlo di Castellamonte. De forma rectangular, tiene una superficie de 12.768 metros cuadrados y conserva en el centro el monumento ecuestre a Emanuele Filiberto de Saboya, llamado amistosamente por los habitantes de Turín «Caval ‘d Bronz» (caballo de bronce), que representa al duque en el acto de enfundar la espada tras la victoria de San Quintino (1557). La plaza está dominada hacia el este por el Palacio Solaro del Borgo del siglo XVII (basado en un diseño original de Castellamonte), actualmente sede de la Academia Filarmónica, con sus salas del siglo XVIII ricamente decoradas. El lado corto de la plaza al suroeste está bordeado por las fachadas barrocas y casi gemelas de las iglesias de Santa Cristina y San Carlo.

Pero la plaza no es famosa tanto por su aspecto monumental como por el importante papel social que ha desempeñado desde su creación. No en vano es llamada «La sala de Turín«: fue, y sigue siendo, escenario de conciertos, manifestaciones, mítines electorales y diversos actos sociales y culturales, así como de celebraciones por las victorias del equipo de fútbol de la Juventus. En su perímetro hay varios cafés, lugares de encuentro de intelectuales y hombres de cultura, pero también de la nobleza y la familia real, como el Caffè San Carlo, inaugurado en 1842, uno de los favoritos de Camillo Benso Conte di Cavour, el Caffè Torino, frecuentado por el escritor Cesare Pavese y el político Alcide De Gasperi y la Confetteria Stratta, con el mobiliario original de 1836, donde, entre otras cosas, se pueden encontrar los tradicionales giandujotti, los deliciosos chocolates piamonteses de avellana.