Palermo, la ciudad de las mil historias

Duomo di Palermo
Duomo di Palermo
Animada, variada y colorida, Palermo es una ciudad de mil vidas, fruto de las influencias de pueblos y culturas lejanas. Entre laberintos de calles estrechas, majestuosas catedrales y monumentos de rara belleza, pasando por sabores intensos y aromáticos, una visita a Palermo es una experiencia que abarca los cinco sentidos.

Situada a los pies del Monte Pellegrino -guardián de torres, edificios antiguos y monumentos como el Santuario de Santa Rosalía, de estilo barroco, y el complejo de las Cuevas de Addaura, con sus grafitos rupestres-, Palermo es una ciudad que espera ser descubierta. Pasear por sus callejones y palacios ricos en historia es la mejor manera de apreciar las mil caras de la ciudad, que ha recibido la influencia cultural y arquitectónica de los pueblos que la han habitado, como fenicios, griegos, romanos, árabes, normandos y españoles. Uno de los ejemplos más claros es la Kalsa, un barrio de la época de la dominación islámica, uno de los más antiguos de la ciudad, construido hacia el siglo X fuera de las antiguas murallas, cerca del puerto. Este pintoresco barrio popular parece una ciudad dentro de la ciudad, en la que aún se respira la antigua cultura árabe, gracias a los aromas especiados del aire.

Entre los lugares que no hay que perderse en la ciudad, el Palazzo dei Normanni, el espléndido edificio de estilo árabe-normando-bizantino construido en el siglo XII y considerado la residencia real más antigua de Europa, que fue la sede imperial de Federico II y Conrado IV en la época del Reino de Sicilia. En la primera planta del palacio, la Capilla Palatina (lugar de culto privado de la familia real), con sus mármoles, mosaicos y la riqueza de sus decoraciones, da testimonio del refinamiento y la elegancia de la corte normanda, lo que le valió el título de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

En el corazón de la ciudad, la Catedral de Palermo (Basilica Cattedrale della Santa Vergine Maria Assunta) le llamará la atención. Si su exterior y su pórtico se consideran obras maestras del arte siciliano, su interior es una mezcla de elementos decorativos romanos, bizantinos y árabes, que se remontan a la época en que la catedral se convirtió incluso en mezquita. Hablando de tesoros normandos en Palermo, una mención especial merecen las cercanas catedrales de Cefalú y Monreale, que forman parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO «Palermo árabe-normanda y las catedrales de Cefalú y Monreale». Entre los claustros y ábsides árabe-normandos decorados con preciosos mosaicos dorados, la visita a estas joyas del pasado es imprescindible.

Siguiendo en el centro, la hermosa fuente de Piazza Pretoria, con sus pilas de mármol, estatuas y juegos de agua, es una visita obligada para los amantes de la fotografía, al igual que la cercana Piazza Vigliena, conocida por los palermitanos como «Quattro Canti«. Si su forma octogonal se debe a la presencia de cuatro edificios barrocos con fachadas convexas, su nombre es probablemente una referencia a la presencia de varios núcleos de estatuas dedicadas respectivamente a cuatro reyes, cuatro santos patronos y las cuatro estaciones. Entre las atracciones más características, pues -aunque no recomendables para los más impresionables- están las Catacumbas del Convento de los Capuchinos, que conservan los restos momificados de miles de monjes que vivieron en el convento entre los siglos XVII y XIX. Para una experiencia más asequible, planifique una visita al neoclásico Teatro Massimo, el templo de la cultura y el ballet de Palermo.

Pero Palermo también es sinónimo de una tradición gastronómica única. Entre los mercados locales, con una estructura similar a la de los zocos árabes – donde también se puede encontrar artesanía típica – los quioscos y las panaderías de la carretera, hay muchas oportunidades para degustar arancine, crocché di patate (crocché de patata), verdure pastellate (verduras rebozadas), panelle, fruta Martorana de pasta de almendra y cannoli.