Las casas cueva: una inmersión en el pasado rural de Italia

A panoramic view of the sassi, hosting the cave houses
A panoramic view of the sassi, hosting the cave houses
Había cientos de viviendas en cuevas en Matera, excavadas en la roca, que a menudo albergaban familias grandes y animales en unos pocos metros cuadrados. Las viviendas de las cuevas son una pieza de memoria y una parte importante de la identidad del pueblo.

A finales del siglo XVI, el historiador Eustachio Verricelli describió Matera como «una ciudad sana y bien protegida», una verdadera obra maestra de la planificación urbana, que incluía jardines colgantes y huertas, sistemas de agua de última generación y viviendas revestidas de toba que permitían una temperatura ideal de unos 15 grados. Sin embargo, poco menos de un siglo después, esta elaborada estructura se derrumbó bajo el peso de la revolución social y urbana que vio el triunfo del latifundio sobre la pequeña economía agrícola y pastoril.

A mediados del siglo XVII Matera experimentó un fuerte incremento geográfico que dio lugar a una urbanización salvaje: construyeron en todas partes, los exuberantes jardines se convirtieron en los tejados de las casas de arriba, y los más pobres se vieron obligados a ir a vivir en establos y tanques subterráneos, a menudo con sus animales. Tres siglos después, este laberinto de humanidad diversa fue definido como una «vergüenza nacional» por el Primer Ministro Alcide De Gasperi, quien en 1952 ordenó su evacuación. Entre 1953 y 1968 más de 15.000 personas fueron transferidas a los nuevos distritos de la ciudad moderna construidos según un plan maestro específico. Las casas en cuevas permanecieron abandonadas hasta 1986, cuando comenzó la repoblación de los Sassi.

La mayoría de las viviendas rupestres han sido reurbanizadas e incorporadas a complejos residenciales o a hoteles y restaurantes, pero algunas se han conservado intactas, como recuerdo imperecedero de la identidad histórica y cultural de Matera; amuebladas con muebles y herramientas auténticas, a menudo donadas por los descendientes de los verdaderos habitantes, pueden ser visitados hoy en día. Deambular entre los colchones de cal llenos de hojas de maíz, mesas de comedor, utensilios de cocina oxidados y fotos descoloridas, dentro de estas habitaciones ahuecadas, que han visto pasar tanta vida y tanto sufrimiento, es una verdadera inmersión en el pasado rural del sur de Italia y de todo el país.