Italia desde el norte hasta el Vaticano, a lo largo de la Vía Francigena

Monteriggioni, a stop of the Via Francigena (c) GagliardiPhotography/Shutterstock.com
Monteriggioni, a stop of the Via Francigena (c) GagliardiPhotography/Shutterstock.com
Una vez considerado el camino favorito de los peregrinos que visitaban la tumba de San Pedro en el Vaticano, hoy la Vía Francigena es una de las rutas más famosas de Italia, apreciada por sus impresionantes paisajes y su rico patrimonio cultural. Todo para ser descubierta sin prisa, en la paz de la naturaleza.

Pasar varias semanas caminando con la mochila al hombro, inmerso en la naturaleza, entre lugares ricos en historia a lo largo del camino que San Francisco de Asís tomó por primera vez para llegar a Roma… esto y mucho más es el tramo italiano de la Vía Francígena. Una experiencia que combina deporte y espiritualidad. No menos bella que el mucho más famoso Camino de Santiago de Compostela, la Vía Francigena atraviesa Italia a lo largo y ancho, mostrando su variedad de paisajes, desde senderos de montaña hasta antiguos caminos de piedra, pasando por estrechas carreteras que serpentean por los campos y continuando por las blancas calles empedradas toscanas salpicadas de cipreses.

Sin embargo, antes de emprender el viaje, hay que tener en cuenta que no existe una única variante del tramo italiano de la Vía Francigena, sino que ofrece varias opciones, con diferentes puntos de partida y múltiples etapas. Entre ellas se encuentra la ruta principal, de más de 1.160 km, que serpentea desde el paso del Gran San Bernardo, en el corazón de los Alpes del Valle de Aosta, hasta Roma. O la variante piamontesa, que parte de la frontera con Francia y atraviesa el valle de Susa (cerca de Turin) hasta llegar a la ciudad de Vercelli, por caminos de montaña y antiguos senderos para mulas, antes de retomar la ruta principal.

El antiguo camino que cada año recorrían los peregrinos que se dirigían a Roma atraviesa pequeñas aldeas, valles remotos, pero también lugares de meditación y oración, con criptas y capillas conservadas en iglesias románicas. Sin olvidar que la Vía Francigena también toca algunas de las ciudades más importantes de Italia, como Pavía, Parma, Lucca, Siena, Viterbo y Roma, así como fascinantes destinos turísticos como las llanuras de Emilia, las onduladas colinas toscanas con las ciudades de Colle Val d’Elsa, Monteriggioni, San Gimignano y los restos de la arquitectura romana en el campo entre Viterbo y Roma.

Recorrer la Vía Francigena, en su totalidad o incluso sólo en parte, para los que tengan poco tiempo, también ofrece la oportunidad perfecta de detenerse en un “agriturismo” (una granja) para degustar las especialidades culinarias de las distintas regiones, preparadas con el uso de ingredientes locales según técnicas y recetas antiguas. El secreto para aprovechar al máximo el paseo es tomárselo con calma, sin correr, armado con el GPS y haciendo descansos reparadores para admirar la belleza del paisaje circundante y dejar atrás el estrés.